Buscar la Pantoja, digo, buscarla pintoja

No voy a caer en el chiste fácil, ese que dice que después de tanto buscarla la encontramos porque, además, es mentira. Aquella tarde se estaba presentando un tanto sosa; salvo algún carricero un tanto despistado, por lo demás, parecía que ningún pájaro quería acercarse a ese rincón del Guadalquivir donde colocamos las redes. En parte hay que entenderlos, el hedor fluvial de una pestilente surgencia nada favorece la estancia de la vida en aquel rincón húmedo, cuasi selvático, pero muy desdibujado por residuos harto repugnantes que ni me atrevo a nombrar.

Era la última revisión de un miércoles más de anillamiento, y a pesar de la terrorífica presencia de millones de murciélagos, me atreví a acompañar a Federico y Pedro. Al menos que sirviera de porteador de palos y de redes. Un par de carriceros, un ruiseñor bastardo y… un bicho raro. La primera impresión no es la que cuenta, desde luego, al menos en este caso, de lo contrario hubiera acudido al primer foro científico que pillara para nombrar una nueva especie, que sería por supuesto Loquefuera cabellodealbaetus, requenae, rodriguencis o leivaetus.

Pero el canalla del hombre de pelo rojo destrozó de inmediato la ilusión de cualquier naturalista. Como experimentado manipulador de plumíferos rápidamente nos desveló lo que no queríamos oír: se trataba de un pájaro descrito y conocido, una Locustella o, menos pedantemente, una buscarla.

Sí, ¿pero cuál?. Guía de pájaros en ristre, consulta on line de internet, frontal sujetando la masa encefálica, y de paso alumbrar, un farolón por testigo, tres experimentados anilladores, más un grupúsculo de exgodesianos, que la casualidad (o no) los había llevado exactamente allí, fueron los ingredientes para concluir que, sin la menor duda, se trataba de una BUSCARLA PINTOJA. Como decía un anuncio televisivo de mi infancia: “Mi primera buscarla, chispas”.

Sé positivamente que más de un lector, y digo bien, lector, va a rrrrrreventar cuando lea esto. Solo puedo decir que se deje las uñas largas y se arañe la cara, por ejemplo, o que utilice cualquier otro consuelo menor, que hay muchos.

¿Testimonios gráficos?. Por supuesto que hay. Los míos tienen tanta calidad que ni el móvil quiere descargarlos, así que tendremos que esperar a que Federico los cuelgue o los mande. Por ahora, no quiero hacer más daño.

Je, je.

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