De pajareo por la Serena

Si a cualquier persona ajena al mundo alado se le cuenta que en un secarral de libro, como es la Serena extremeña, se ven más pájaros por minuto que en una encinar de Sierra Morena, lo más probable es que no se lo crea, al tiempo que cuestionará tu formación ornitológica. Y hará bien. Así que lo mejor es invitarlo a dar un paseo, interpretado en el caso de que no esté muy ducho en pájaros de críptico plumaje, para desengañarse por sí mismo.

Meterse por cualquiera de los caminos que articulan la comarca pacense supone ir gastando, con alegría, el cuaderno de campo. Para eso es una ZEPA que, si no me equivoco, es la más grande de la piel de toro. Bien merecida distinción porque nunca defrauda al turista de prismáticos.

El otro día anoté en poco tiempo 45 especies, que no está nada mal. Junto con todas las esteparias clásicas, algunas acuáticas surgen de los charcos más inmundos, enriqueciendo las observaciones y generando un paisaje alado bastante curioso. Igual se ve un bando de calandrias volando sobre un zampullín chico, o un pelote de alondras coronadas por gaviotas reidoras.

Sin duda, un sitio para visitar.

Comentarios