Reyezuelos al fin y al cabo

Su padre se sacrificó por una buena causa, y no tuvo más remedio, pues, que convertirse muy pronto en el amo y señor de todo aquello que alcanzaba la vista. Reyezuelo, le llamaron en tono nada despectivo. El populacho lo aceptó bien, tal vez por su carácter bonachón, heredado probablemente de su madre. Resultó ser bastante sencillo en su comportamiento, aunque no rehuía del protocolo, la pompa y el boato que acompaña a toda realeza que se precie. El pueblo le quería.

Mucho tiempo estuvo gobernando sobre sus dominios, lidiando con los más guerreros, con los grandes señores y con otras casas reales. En ocasiones tenía a bien dirigirse directamente a sus súbditos, mancillando las normas básicas del protocolo. El pueblo seguía queriéndolo.

Con frecuencia se iba de caza o sencillamente se perdía ante los ojos del resto de la corte. Era feliz. Pero un día se hartó y se fue, aunque su reino no peligró. Esta vez le tocó al primer reyezuelo del listado, llamado, desde su nacimiento, a garantizar el futuro de la estirpe y de los privilegios.

Reyezuelo sencillo y reyezuelo listado empezaron así a enfadar a las masas que, por primera vez en mucho tiempo, se cuestionaron la utilidad de mantener un linaje acaso innecesario.

La realeza entera tembló, y la congoja llenó las vidas de pinzones reales, zorzales reales, colirrojos reales, águilas reales, ánades reales, garzas reales, vencejos reales, búhos reales, charranes reales, milanos reales y pitos reales. Mientras, atentas, garzas y águilas imperiales…


[Dibujos tomados de la web de SEO/BirdLife]