¿Para qué sirven las aves?


Creo recordar que nunca he comentado un libro por aquí, y ya va siendo hora. Hace sólo cinco minutos he acabado de devorarme “¿Para qué sirven las aves?”, de Antonio Sandoval Rey. Reconozco que me ha enganchado desde la página uno. Ya no he podido parar. Joaquín Araujo se lo zampó en tres noches. Yo no iba a ser menos.

Uno se siente identificado con muchas de las andanzas, pareceres e ideas articuladas en torno a un viaje por las costas de A Coruña, para mí desconocidas. He aprendido mucho de aves, algo que espero no dejar de hacer mientras mi cabeza funcione, y me he visto reflejado en el ansia por aprender en aquellos años ochenta junto a amigos naturalistas, esos que quedan para siempre.

Mucho me temo que este gusanillo de la ornitología, y el dolor que ocasionan los bocados a lo natural, se haya quedado para los restos. El autor, como la mayoría de la gente con un ápice de sensibilidad, sufrió por el desastre del Prestige, una calamidad hasta el último momento: la Audiencia Provincial de A Coruña sentenció que no había responsables. Ese pasaje del libro me ha trasladado a mi primera visita a Galicia, a recoger chapapote, y los episodios de manipulación que sufrimos por las autoridades gallegas y ministeriales: ¡esto no está tan mal como dicen en la tele!

Somos de la misma generación, la del Hombre y la Tierra, la del ICONA, la de una escuela de ornitólogos con prismáticos rusos, la de Quercus y Natura, la de Fauna Ibérica, la de Peterson y Bertel Bruun, la de mochilas rebosantes de pesadas latas, la de andar sin que se llamara senderismo, la del gusanillo ante un herrerillo, la de anotarlo todo lo que se movía.

Aquí estamos aún. Gracias tocayo por haberme hecho disfrutar.
























Si quieres conocer más al autor y sus obras: http://antoniosandovalrey.weebly.com